Daniel Kahneman: No somos tan listos como nos creemos

Transcripción íntegra:

Queremos vivir en un mundo que tenga sentido, pero además estamos programados para darle sentido al mundo, y hay muchas razones por las que nunca aprendemos que somos incapaces de hacer predicciones. Una de las más importantes, creo yo, es nuestra manera de echar la vista atrás.

Cuando algo sucede, como por ejemplo la crisis financiera, surgen muchas historias, y aparece gente que dice: «yo lo supe desde el principio». De hecho, aparece mucha más gente de la que tendría derecho a decirlo.

Pero lo pernicioso de creer que hubo personas que realmente sabían que la crisis se iba a producir es que eso nos lleva a pensar que la crisis era predecible, que el mundo es predecible.

Lo cual, creo yo, es muchas ocasiones no es más que una ilusión perniciosa. De hecho, hablando de la crisis, hubo algunas personas que pensaron que esta se iba a producir.

Y cuando llegó dijeron: «¡Lo sabía!». Pero, en realidad, solo lo pensaban, y otra gente que sabía tanto como ellos pensaba algo diferente.

La idea de que el mundo es predecible alimenta la persistencia del exceso de confianza. Además, la confianza no es un juicio. Es un sentimiento, es en sí misma una emoción. Y es un sentimiento generado por la calidad de la historia que nos contamos a nosotros mismos.

Si la historia es coherente, nos la creeremos. Y no es más que una emoción. No es que determinemos que «la calidad de nuestras evidencias justifica esas conclusiones», sino que tenemos la sensación de que «esta es una buena historia». Y eso nos hace sentir bien.

Fuente: The Motley Fool

Pensar rápido, pensar despacio (Debate, 2012), la primera obra de Kahneman dirigida al gran público, se ha convertido en un bestseller internacional.

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