El emperador de todos los males: una biografía del cáncer
Siddhartha Mukherjee, oncólogo y autor de El emperador de todos los males. Una biografía del cáncer (por el que recibió el premio Pulitzer y que la revista Time consideró uno de los cien libros más importantes escritos en inglés desde 1923), repasa en esta entrevista radiofónica las claves de su obra magna, una crónica completa del cáncer (cuyo Día Mundial se celebra hoy, 4 de febrero) desde sus orígenes hasta los más modernos tratamientos, que es también una reflexión sobre la complejidad de la enfermedad, la ética médica y sus efectos sobre las vidas de los oncólogos y sus pacientes:
Pregunta: Lo ha llamado una «biografía». ¿Por qué?
Respuesta: Buscaba una palabra un poco más descriptiva, más personal, que «historia». El título inicial del libro era La historia del cáncer. Pero la palabra «historia» parecía demasiado inerte, necesitaba algo más. Y cuando me detuve a pensarlo —en plena escritura del libro—, sentí como si estuviese escribiendo un retrato de algo a lo largo del tiempo.
Evidentemente, el cáncer no es una sola enfermedad, sino muchas. Pero hay profundas semejanzas entre estas enfermedades. Y, como he dicho, sentí que estaba escribiendo un retrato, y eso es lo que es una biografía. Así pues, lo llamé «biografía».

P: ¿Qué hace que el cáncer parezca tan humano, tan vivo?
R: En parte, es el hecho de que saca provecho de procesos muy fundamentales en nuestras vidas, y con esto quiero decir que los mismos genes que se alteran, que desencadenan el cáncer, son los que habitualemente tienen funciones muy típicas en nuestras células normales. Le pondré otro ejemplo: la migración de las células cancerosas por el cuerpo (cuando llegan a otro lugar y crecen, este proceso se denomina «metástasis»). De hecho, resulta que los genes que se activan cuando las células cancerosas migran, y cuando se establecen en un lugar diferente, son los mismísimos genes que otras células emplean para migrar por el cuerpo, por ejemplo las células del sistema inmunitario. Dicho de otro modo, el cáncer imita —o pervierte— continuamente procesos normales, y por lo tanto, una vez más, hay una cierta normalidad oculta dentro de su anormalidad.
P: Antes ha dicho que el cáncer en realidad es muchas cosas distintas. ¿Es esto lo que todos los cánceres tienen en común?
R: No. Lo que tienen en común es un crecimiento celular anómalo. Esa es la característica que conecta todos los cánceres (melanoma, próstata, etcétera). Pero, de nuevo, es un crecimiento celular anómalo desencadenado por la mutación o la alteración de genes que controlan el crecimiento celular normal. Es decir, los mismos genes que hacen posible que los embriones, nuestros cerebros o nuestros cuerpos crezcan, si se alteran, si mutan, desencadenan un crecimiento anómalo, y ese es, obviamente, el comienzo del cáncer.
P: El cáncer no es un problema solo humano, pero ¿desde cuándo es un problema humano? ¿Es algo que nos ha acompañado desde que somos homínidos?
R: De hecho, se han encontrado indicios de cáncer en osos cavernarios asiáticos, por lo que, como señala, no es un problema únicamente humano. Dicho lo cual, la respuesta corta es que no sabemos desde cuándo. La palabra «cáncer» no aparece, como digo en el libro, hasta la época de Hipócrates. Las enfermedades anteriores no sabemos si eran cáncer o no…
P: Aunque Amenhotep describió algo que creemos que era cáncer…
P: Así es. Amenhotep era un escriba del Antiguo Egipto. Escribió sobre ello en el 2500 a.C., y describe un caso llamativamente similar a un cáncer de mama. De nuevo, no estamos seguros, pero el caso es notablemente parecido al cáncer de mama.
P: Estoy dando por supuesto que al revisar antiguos registros, antiguas historias, vemos cosas que, hoy en día, decimos: ah, eso debió de ser cáncer.
R: Sin duda. En el libro hablo largo y tendido sobre ello. De hecho, a lo largo de la historia, nos encontramos una y otra vez con fascinantes descripciones de casos que nos recuerdan que la enfermedad existía mucho antes de que pudiésemos darle nombre.
P: Pero usted también dice que, durante casi toda la historia, al menos hasta el siglo XX, parece que el cáncer prácticamente se ignoró. Y escribe que es difícil encontrar referencias al cáncer antes de esa fecha. ¿Esto se debe a que la gente no entendía lo que era, o a que la preocupación por el cáncer es mucho mayor ahora que podemos vivir mucho más tiempo?
P: Eso es absolutamente cierto, en efecto. Muchos cánceres, aunque no todos, están relacionados con el envejecimiento: el cáncer de mama y el de próstata son dos ejemplos destacados. Así pues, el cáncer solo aparece cuando otras enfermedades se han eliminado. Durante los siglos XVII y XVIII, la gente se moría de viruela, de cólera y de tuberculosis. Solo una vez que esas enfermedades desaparecen, que se retira el velo de esas otras enfermedades,nos topamos realmente con el cáncer.
P: Y eso es lo que sucede ahora con el alzhéimer…
R: Es lo que pasa con muchísimas enfermedades degenerativas, enfermedades que están, en última instancia, relacionadas con el envejecimiento.
P: ¿Cuándo entró en nuestro vocabulario la palabra «cáncer»?
R: La palabra viene de los griegos, y su historia es fascinante. La etimología de la palabra procede, aparentemente, del hecho de que Hipócrates imaginaba los tumores como cangrejos: un tumor sólido como un cangrejo oculto bajo la piel, y los vasos sanguíneos que lo rodeaban como las patas del cangrejo extendidas. Este es un recordatorio de hasta qué punto la enfermedad aún está enterrada en metáforas.
P: También escribe usted que ponerle nombre a la enfermedad muchas veces es más importante que describir sus características…
R: El momento en que se le da nombre a una enfermedad es muy importante, porque nos permite, por primera vez, discriminarla de la normalidad. Es un momento en el tiempo, como aquel en que se separa el trigo de todo lo demás. Al darle nombre a una enfermedad,
y al establecerla como categoría, los patólogos pueden empezar a establecer los rasgos comunes y las diferencias. Esto es lo que pasó con el cáncer alrededor de… Como digo, el nombre es muy antiguo, pero la descripción patológica del cáncer data del siglo XVIII.
Fuente: A Biography of Cancer | The Leonard Lopate Show (WNYC)
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