Un físico de bajas temperaturas acepta el reto del cubo de agua helada

«¿Quién mejor para aceptar el reto del cubo de agua helada en favor de la investigación sobre esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que un físico de bajas temperaturas?», pregunta Sean Carroll en Facebook«>en Facebook.

Thomas F. Rosenbaum, físico experto en el comportamiento de la materia a temperaturas próximas al cero absoluto y presidente del Instituto Tecnológico de California (Caltech), acepta el reto en un escenario peculiar: el canal del Laboratorio de Dinámica en la Superficie Terrestre (Earth Surface Dynamics Laboratory), donde se estudia cómo fluyen los ríos sobre la superficie terrestre y en otros planetas. (Como dejan claro los autores del vídeo: «En los experimentos que se llevan a cabo en el canal solo se emplea agua reciclada. No se derrochó ni una gota de agua en la realización de este vídeo.»)

Rosenbaum aprovecha para hacer una defensa de la importancia de la investigación básica para hacer frente a los grandes problemas de la humanidad, incluidas enfermedades tan terribles como la ELA.

Transcripción

Hola, soy Tom Rosenbaum, presidente del Instituto Tecnológico de California. Estoy respondiendo al desafío de mi ex amigo Raphael Reif, presidente de «ese otro» instituto tecnológico, el MIT.

Estoy en el canal de Caltech. Aquí es donde estudiamos cómo fluyen los ríos en la Tierra y en otros planetas. Este tipo de investigación fundamental nos permitirá avanzar en la resolución de los problemas de la humanidad, como la ELA.

Como es sabido, Lou Gehrig decía que era el hombre más afortunado del mundo, a pesar de padecer esta terrible enfermedad. Creo firmemente que gracias a la investigación básica como esta habrá gente que sobrevivirá y podrá dar testimonio de cómo el apoyo a la ciencia ha ayudado al progreso de la humanidad.

Voy a lanzar este desafío de nuevo hacia la costa este, y le pido a Laurie Leshin, presidenta del Instituto Politécnico de Worcester, y antigua alumna de Caltech, que se una a este heroico proyecto, y también a mi antiguo colega en la Universidad de Chicago —y actualmente su rector— Eric Isaacs, a que asuma el reto.

Pueden ver cómo el agua empieza a verterse desde el canal, así que supongo que ha llegado el momento de que los alumnos de Caltech pongan en riesgo sus carreras y me empapen con agua helada.

Bien, estoy preparado.

Quiero que sepan que soy físico de bajas temperaturas, pero experiencias como esta no se viven en el laboratorio.

Muchísimas gracias. ¡Puaj!

(Sean Carroll, físico teórico en Caltech, es autor de La partícula al final del universo, sobre el descubrimiento del bosón de Higgs)

Los geeks invaden las pantallas

Desde hace años podemos reírnos con clásicos como The Big Bang Theory o The IT Crowd, o aprender y asombrarnos con Cosmos, primero en la versión original presentada por Carl Sagan, y recientemente en la revisión con Neil deGrasse Tyson como guía. Pero en los últimos tiempos la cantidad de series y películas protagonizadas por geeks de diversos pelajes no hace sino aumentar. Reflejo probablemente de su creciente ascendente social.

Silicon-Valley-HBO
Elenco protagonista de «Silicon Valley», la serie de la cadena HBO.

Este año hemos podido ver Silicon Valley (emitida en España por Canal+ Series), un retrato actual en clave algo gamberra de la meca de la tecnología, hipercompetitiva y, según muchos, misógina.

Pero antes de Google, Facebook y las innumerables startups que nacen (y, en muchos casos, mueren) a diario en ese valle de los alrededores de San Francisco, en California, existió en Texas la llamada «Silicon Prairie», la pradera del silicio. Es allí, a principios de los años ochenta, donde transcurre la acción de Halt and Catch Fire (que llegará a España en noviembre), en la que un improbable grupo de outsiders tratan de llegar primeros a la meta en la carrera por clonar el PC de IBM, para llevar, como quería Bill Gates, un ordenador a cada casa, a cada oficina, y dar pie así a la era digital en la que vivimos.

Más atrás se remonta Manhattan, una nueva serie ambientada, a principios de los años cuarenta, en Los Álamos (Nuevo México), sede del famoso (y ultrasecreto) proyecto Manhattan para desarrollar la bomba atómica para el bando aliado en la Segunda Guerra Mundial, antes de que los nazis hiciesen lo priopio.

Y aún anterior en el tiempo es la época en la que transcurre la acción de The Knick, recién estrenada en Estados Unidos, que narra las vicisitudes de un hospital neoyorquino en el año 1900, cuando la ciudad se está electrificando y cirujanos intrépidos (o quizá simplemente chalados) la aplican a sus operaciones, junto con toda otra serie de técnicas científicas, para conseguir que los hospitales dejen de ser «lugares a los que se va morir» y pasen a ser sitios donde esos cirujanos pioneros pueden salvar las vidas de sus pacientes.

En un hospital (o más bien varios) llevan a cabo su revolucionario estudio sobre la respuesta sexual humana William Masters y Virginia Johnson, los protagonistas de Masters of Sex, que va ya por su segunda temporada.

Pero la avalancha geek no se limita a la pequeña pantalla. En los próximos meses se prevé el estreno de sendas películas sobre dos genios científicos británicos: La teoría del todo, centrada en la figura del físico Stephen Hawking

…y The Imitation Game, biopic sobre Alan Turing y su decisivo papel en el desenlace de la Segunda Guerra Mundial, con Benedict Cumberbatch como protagonista. Curiosamente, se da la circunstancia de que Cumberbatch también protagonizó hace diez años un telefilme de la BBC sobre la vida Hawking.

 

Entradas relacionadas:

Stephen Hawking: el “hombre más inteligente del mundo” también sabe reírse | Por amor a la ciencia

Stephen Hawking para todos los públicos | Por amor a la ciencia

La teoría del todo: el origen y el destino del universo, de Stephen Hawking | Biblioteca de Por amor a la ciencia

Fuentes:

Stephen Hawking’s Dazzling Life Becomes A Movie, But What Sort Of Movie? | NPR

How ‘The Knick’ Creators Capture Turn-Of-The-Century Operating Scenes | NPR

Buenas vibraciones: reconstrucción de sonidos a partir de información visual

Parece algo propio de una película de ciencia ficción, o al menos de alguna de la saga de James Bond, pero, al parecer, investigadores del MIT, Microsoft y Adobe han desarrollado un algoritmo capaz de reconstruir una señal sonora a partir del análisis de las diminutas vibraciones de los objetos grabados en vídeo. En uno de sus experimentos, como se relata en el vídeo, llegaron incluso a recuperar una conversación humana inteligible a partir de las vibraciones de una bolsa de patatas fritas mediante una grabación obtenida desde 5 metros de distancia y con la cámara situada tras una ventana insonorizante.

Transcripción

Cuando un sonido se topa con un objeto, hace que este vibre. El movimiento de esta vibración crea un sutil señal visual, normalmente invisible para el ojo humano.

En nuestro trabajo, demostramos cómo, utilizando solo un vídeo del objeto y un algoritmo de procesamiento podemos extraer esas minúsculas vibraciones y recuperar parcialmente los sonidos originales, lo que convierte los objetos cotidianos en micrófonos visuales.

En el vídeo de alta velocidad sin sonido que se muestra aquí a la izquierda, vemos las hojas de una planta en una maceta (que se puede ver a la derecha). El vídeo se grabó mientras en un altavoz próximo sonaban las notas de «Mary Had a Little Lamb». Aunque estamos viendo el vídeo a cámara lenta, las vibraciones producidas por la música son tan sutiles que mueven las hojas de la planta menos de una centésima de píxel, por lo que a simple vista parece que está inmóvil. Pero combinando y filtrando el levísimo movimiento que tiene lugar en la imagen, somos capaces de recuperar este sonido.

En nuestro siguiente experimento, recuperamos habla humana a partir de un vídeo de alta velocidad de una bolsa de patatas tirada en el suelo. Pero, para complicar un poco las cosas, esta vez colocamos la cámara fuera, tras una ventana insonorizante.

Esto es lo que un teléfono móvil pudo grabar desde el interior, junto a la bolsa de patatas. Y esto es lo que pudimos recuperar a partir del vídeo de alta velocidad grabado desde el exterior, tras el vidrio aislante.

En este siguiente experimento, recuperamos música a partir de un vídeo de alta velocidad de unos auriculares conectados a un ordenador portátil. A continuación, tomamos el sonido recuperado y utilizamos software de reconocimiento de audio para identificar automáticamente la canción que estaba sonando.

La mayoría de las frecuencias audibles son mucho mayores que la velocidad de grabación estándar, por lo que todos los resultados que hemos visto hasta ahora se obtuvieron a partir de vídeo grabado con una cámara de alta velocidad, capaz de obtener miles de imágenes por segundo.

Pero en este siguiente experimento demostramos que, utilizando las capacidades del obturador de persiana que incorporan la mayoría de las cámaras normales, a veces se puede recuperar sonido cuyas frecuencias son varias veces más altas que la velocidad de grabación del vídeo, lo que permite obtener audio a partir de vídeo grabado con cámaras normales.

Aquí vemos un vídeo de una bolsa de caramelos grabado a 60 fps con una cámara DSLR normal, mientras la música de «Mary Had a Little Lamb» sonaba a través de un altavoz cercano. Aplicando una variación de nuestra técnica sobre la grabación original, logramos obtener este audio, que incluye frecuencias más de cinco veces mayores que la velocidad de grabación de nuestra cámara.

Fuente: Extracting audio from visual information (MIT News, 4 de agosto de 2014)

Más información: http://people.csail.mit.edu/mrub/VisualMic/

El festival de las malas ideas de Zach Weinersmith

Zach Weinersmith, el autor de Saturday Morning Breakfast Cereals (SMBC; literalmente: Cereales de Desayuno de la Mañana del Sábado) es un tipo curioso: lleva dibujando cómics desde siempre, y publicándolos online desde 2000. Según cuenta (sin dar más detalles), trabajaba en Hollywood, pero lo que hacía no le gustaba nada, hasta el punto de que un buen día decidió dejarlo para concentrarse en sus cómics.

SMBC-POR LA CIENCIA
Fuente: SMBC

Sin embargo, pronto se dio cuenta de que una vida sin estrés, como la que estaba llevando entonces, le dificultaba encontrar ideas y motivación para sus dibujos, así que decidió estudiar física en parte por el gusto de aprender y en parte para poder agobiarse lo suficiente como para volver a dibujar con regularidad. De ahí, confiesa, provienen los chistes sobre la ciencia y los científicos que caracterizan a SMBC y que lo han hecho tan popular entre geeks y nerds de distintos pelajes.

Explicación "científica" de la forma de los bebés | SMBC
Fuente: SMBC

Traducción:

1. Los bebés tienen forma de balón de fútbol americano y poseen huesos más flexibles que los adultos.

2. El motivo es que los humanos primitivos querían difundir sus genes a la mayor distancia posible.

3. Creemos que lo lograban lanzando al niño de una aldea a otra a base de puntapiés, hasta que llegaba a una población diferente.

4. Esto también explica por qué el cuerpo de los bebés contiene tanta grasa, que protege sus órganos durante los puntapiés. Y explica por qué hay que hacer que eructen con frecuencia, porque en la naturaleza ese gas lo habrían expulsado gracias a los puntapiés. Además, así se explica también la suavidad de su piel y el hecho de que carezcan de vello, pues ambos hechos suponen mejoras aerodinámicas.

5. [¡Bravo, bravo!] Gracias.

6. Enhorabuena, profesora. El primer premio. Le entregamos esta estatua de oro de Darwin con cara de dudas.
 

A raíz de esta viñeta, a Weinersmith se le ocurrió la idea de organizar un acto en el que distintas personas ofrecerían explicaciones (supuestamente) científicas a cuestiones como esta de la forma de los bebés. Para su sorpresa, cuando comentó la idea con sus seguidores en Facebook, estos mostraron mucho interés. Hasta el punto de que Weinersmith se animó a llevarla adelante y cuando, en octubre del año pasado, tuvo lugar en Harvard la primera edición del Festival de Malas Hipótesis Ad Hoc (Bad Ad Hoc Hypothesis Festival, BAHFest), acabó congregando a mil personas, dispuestas a escuchar la explicación «científica» de ideas tan extravagantes como: Por qué todo sabe a polloPor qué los peces son estúpidos, o la que resultó ganadora (ver vídeo a continuación), que lleva por (apasionante) título Juego de lágrimas. Vocalización de la aflicción en bebés como ventaja competitiva durante conflictos violentos.

El jurado valoró a los aspirantes en función de los siguientes cuatro criterios:

  1. Peso de la ciencia: cuánta información «científica» se aporta (gráficos, citas reales, «investigación», etc.)
  2. Capacidad artística:  grado de originalidad e ingenio de la idea y de la presentación.
  3. Parquedad: se preferirá la teoría más simple que explique una mayor cantidad de datos.
  4. Capacidad de defensa: cómo defienden los ponentes sus ideas ante los jueces. (Nota: Ser gracioso no es una buena defensa. ¡Queremos ver cómo defienden sus espantosas teorías!)

 


 

Ver transcripción

Festival de Malas Hipótesis Ad Hoc 2013
 
Tomer Ullman: Juego de lágrimas. Vocalización de la aflicción en bebés como ventaja competitiva durante conflictos violentos.

Es molesto, ¿verdad?

He aquí un enigma evolutivo. ¿Por qué posee la vocalización de la aflicción en bebés ese tono y duración en particular?

Sin duda, en la peligrosa savana donde vivían nuestros antepasados, el instinto de supervivencia les debería haber llevado a deshacerse de estos atractores de depredadores. O al menos a preferir a sus hermanos más jóvenes (perdón, más silenciosos).

Los intentos previos de explicar estos fenómenos situaban a bebés y adultos en extremos enfrentados, y suponían que los bebés trataban de chantajear a los padres para obtener más recursos. Esto es cierto. Se conoce como la «teoría del pedigüeño», y suscita muchos interrogantes. Por el contrario, nuestra propuesta sugiere que la vocalización extrema de la aflicción, o «lloro», solo pudo haber sobrevivido si suponía algún tipo de ventaja para los humanos, adultos y bebés, a nivel de grupo. Y nuestra hipótesis, que explicaré enseguida, se basa tanto en estudios más clásicos, que demuestran que el llanto intenso de los bebés provoca una reacción automática de «lucha o huida», y en otros más recientes según los que mejora significativamente la capacidad de ejecución de tareas motoras violentas en los adultos humanos expuestos al llanto intenso de los bebés en comparación con quienes escuchan cosas como el canto de los pájaros, o nada. La tarea en cuestión era el juego del topo («whack-a-mole»).

A la vista de esta información, la hipótesis es obvia. Nuestros antepasados aprovechaban el tónico natural que les proporcionaba el llanto de los bebés amarrándoselos al cuerpo para poder llevarlos consigo a las batallas. Obviamente, los detalles precisos del proceso se han perdido con el paso del tiempo, pero creemos que varios grupos llegaron a esta idea de manera independiente, lo que dio lugar a las vestimentas tradicionales que aún persisten en muchas sociedades actuales.

Sé lo que están pensando. A posteriori puede parecer intuitivo, incluso obvio, pero decidimos profundizar en el asunto y afianzarlo con cálculos matemáticos. Este es un modelo computacional de muchos cientos de tribus que entran periódicamente en conflicto a lo largo de un cierto número de generaciones. Preferiría no entrar en muchos detalles técnicos, así que no lo haremos. El artículo está disponible para quien lo solicite.

Sí quiero dar una idea de lo que hay tras las matemáticas. Simulamos muchos cientos de tribus. Cada una contiene 20 miembros, que es una cifra ecológica. Por simplicidad, cada miembro porta un bebé, silencioso o ruidoso. Se lleva a cabo una asignación aleatoria de las tribus, se asocian de dos en dos, y pueden entrar en conflicto. Cuando esto sucede, aquella con mayor proporción de bebés ruidosos tiene mayor probabilidad de vencer, lo que elimina a la otra tribu de la población y difunde sus genes ruidosos.

Sin embargo, tras la fase de conflicto viene otra de revisión, en la que los bebés ruidosos pueden ser… eliminados. Y sustuituidos por otros más silenciosos. Esta operación de conmutación sucede con una probabilidad proporcional a un parámetro theta, que hemos denominado «insoportabilidad».

Les mostraré algunos vídeos de las simulaciones. Cada bloque representa un gran número de tribus en distintos regímenes de insoportabilidad. Vemos la evolución de varias tribus, con varios miembros, para distintos valores de theta: insoportabilidad baja, alta e intermedia. El tiempo avanza, y la insoportabilidad es bastante baja, —justo ahí, donde se vuelve verde— se puede observar que cada tribu rápidamente saca provecho de tantos bebés ruidosos como pueda, y que la ruidosidad se extiende por toda la población. Sin embargo, si la insoportabilidad es un poco demasiado alta, los bebés ruidosos desaparecen rápidamente de la población. Entremedias se produce un régimen interesante, donde esperamos que exista una población constante de bebés ruidosos.

¿Cuál es la realidad en la práctica? Podemos aproximar la insoportabilidad basándonos en las mejores estimaciones actuales de la tasa de infanticidio en el paleolítico. La mayoría de las fuentes la cifran entre el 15 y el 20 por ciento, y si utilizamos este valor veremos que nuestro modelo predice que, teniendo en cuenta esta cifra, cabría esperar una población estable de bebés ruidosos de entre el 20 y el 35 por cien, que es exactamente la proporción de bebés que padecen cólicos en nuestra sociedad moderna (los cólicos son causa de llanto extremo en los bebés).

Una vez presentada las (literalmente) increíbles evidencias que avalan nuestra teoría, procedentes de la psicología, la fisiología, las matemáticas y la moda, me gustaría despedirme con esta idea: La próxima vez que se encuentren en un espacio reducido con un bebé extremadamente ruidoso a la hora de expresar su aflicción, y les entren ganas de matar a alguien, les servirá de consuelo saber que seguramente eso mismo fue lo que hizo alguno de sus antepasados.

Contra todo pronóstico, el éxito de la primera edición ha llevado a Weinersmith a organizar no una sino dos más en este 2014, que tendrán lugar en octubre en ambas costas de Estados Unidos (en el MIT y en San Francisco). Estaremos atentos a los acontecimientos.

Fuente: Episode 40: Zach Weinersmith | Inquiring Minds podcast

Stephen Hawking: el «hombre más inteligente del mundo» también sabe reírse

John Oliver es un actor y cómico británico que se ha hecho famoso en Estados Unidos como corresponsal en el programa The Daily Show de Jon Stewart. Desde hace unas semanas, dirige y presenta su propio programa satírico, Last Week Tonight, donde ya ha tenido tiempo para lanzar invectivas contra la corrupción de la FIFA en la organización del mundial de Brasil o contra la supuesta imparcialidad con la que la mayoría de los medios estadounidense trata el cambio climático global, sobre el que el consenso entre los científicos es apabullante, pero que se suele presentar como si aún fuera objeto de debate.

Esta semana, Oliver entrevista al físico británico Stephen Hawking, que muestra aquí su cara más cachonda:

Transcripción

A lo largo de los siglos y los milenios, ha habido incontables millones de idiotas, y también un puñado de personas inteligentes. Hemos entrevistado a algunos de estos últimos para nuestra serie «Grandes mentes. Gente que piensa bien.» La persona que piensa bien de esta semana es Stephen Hawking.

El profesor Stephen Hawking es un físico revolucionario, autor de bestsellers internacionales y un popular personaje en Los Simpson.

[Stephen Hawking:] «Si busca problemas, los va a encontrar.»
[Director Skinner:]: «Ya, eso habrá que verlo… ¡Oh!»

Sus trabajos innovadores sobre agujeros negros y teoría de cuerdas son, para todos los que fingen entenderlos, enormemente importantes.

[S.H.:] El hecho de que el universo se expanda no excluye la existencia de un creador.

[John Oliver:] Visité el departamento de Matemáticas Aplicadas y física teórica de la Universidad de Cambridge para hablar con una de las más preclaras mentes vivas.

J. O.: Antes de nada, enhorabuena por ser el primer protagonista de nuestra serie de Grandes Mentes. Sea sincero, ¿es esta la distinción más importante que ha recibido jamás?

S. H.: Sí.

J. O.: Bien. Es un poco difícil detectar el tono de su voz. Cuando dice eso, ¿está siendo sarcástico?

S. H.: Sí.

J. O.: Eso me parecía.

Si hay algo que querría que la gente entendiese de su obra, sabiendo que la mayoría nunca entenderá nada de lo que usted hace, ¿qué sería?

S. H.: El tiempo imaginario. La gente cree que es algo que sucede en los sueños o cuando se acerca una fecha límite. Pero es un concepto bien definido. El tiempo imaginario es como otra dirección en el espacio. Es lo único de toda mi obra que los autores de ciencia ficción aún no han utilizado, porque no lo comprenden.

J. O.: Idiotas. La gente es idiota, porque, si no me equivoco, se refiere usted a la medida teórica que se obtiene a partir del tiempo real tras una rotación de pi medios en el plano complejo donde t es igual a i multiplicado por t. No es tan difícil de entender.

Hablemos de inteligencia artificial. En un artículo reciente, usted ha dicho, literalmente: «Si lográsemos crear inteligencia artificial, sería el mayor acontecimiento de la historia de la humanidad.
Por desgracia, también podría ser el último.» ¿Está usted diciendo que los robots acabarán con la humanidad? Y, ¿es este un argumento científico, o el argumento para una película increíble?

S. H.: La inteligencia artificial puede suponer un peligro real en un futuro no muy lejano. Podría mejorarse a sí misma y superar cualquier cosa que se nos ocurriese a nosotros.

J. O.: Sé que está intentando que la gente sea precavida, pero ¿por qué no debería entusiasmarme la idea de luchar contra un robot?

S. H.: Porque perdería.

J. O.: Bueno, para empezar eso no está tan claro, ¿no? No lo sabemos a ciencia cierta. Porque, ¿qué puede hacer un robot para vencerme si a mí me basta simplemente con desenchufarlo?

S. H.: Le contaré una historia. Unos científicos construyeron un ordenador inteligente, La primera pregunta que le hicieron fue: «¿Existe dios?» A lo que el ordenador respondió: «Ahora sí». Entonces, cayó un rayo sobre el enchufe que hizo que no hubiera manera de desconectarlo.

J. O.: ¡Hostia! Es la historia más terrorífica que he oído en mi vida.

S. H.: Sí.

J. O.: ¡Un momento! ¿Quién me está hablando ahora mismo? ¿Es usted, o es el ordenador inteligente haciéndose pasar por usted?

S. H.: Soy yo.

J. O.: Ya, ¿pero yo eso cómo lo sé, profesor? Porque, si los ordenadores fuesen inteligentes, ¿qué mejor manera de convencernos de que no lo son que usar la voz del hombre más inteligente del planeta?

S. H.: Usted es idiota.

J. O.: Sí, ¿pero quién está diciendo eso, Stephen? ¿Usted, o la máquina?

S. H.: Los dos.

J. O.: Bueno, vale. De hecho, eso resulta bastante tranquilizador.

En 2006 usted dijo: «En un mundo sumido en el caos político, social y medioambiental, ¿cómo podrá la raza humana sobrevivir otros cien años?» Un mes más tarde, dijo: «No tengo una respuesta. Por eso planteé la pregunta, para que la gente reflexionase y tomase conciencia de los problemas a los que nos enfrentamos.» Han pasado ocho años desde entonces. No quiero meterle presión, pero, ¿tiene ya una respuesta?

S. H.: Aún no tengo una respuesta. Al menos se ha reducido el riesgo de aniquilación nuclear. Pero sigue habiendo otros muchos peligros.

J. O.: Eso es bastante deprimente, profesor, porque —si me lo permite que se lo diga—, usted es el hombre más inteligente del mundo. Si usted no tiene respuesta, estamos completamente jodidos.

Pasemos a otro tema. Está claro que usted es muy inteligente pero, ¿cómo se desenvolvería en la calle?

Supongamos que es traficante de droga de medio pelo, y controla unas 12 manzanas en una ciudad. Uno de sus camellos, Tito, tenía que reunirse con usted detrás del almacén a medianoche para pasarle medio kilo de cocaína de gran calidad. Tito llega tarde y sin la droga. Dice que le han atracado, pero parece que está colocado. ¿Qué haría entonces, Hawking?

S. H.: Yo no tomo drogas.

J. O.: ¿Sabe qué? En realidad es la respuesta más inteligente posible, porque todos los capos de la droga saben que uno no debe meterse lo que vende.

S. H.: Sí.

J. O.: Bien dicho, Hawking, bien dicho.

Ha afirmado que cree que podría existir un número infinito de universos paralelos. ¿Significa eso que existe un universo en el que soy más inteligente que usted?

S. H.: Sí. Y también hay un universo en el que usted tiene gracia.

J. O.: Mire, ya que es tan listo, ¿en qué número estoy…?

S. H.: 13.

J. O.: Era el 13. Estaba pensando en el 13. Bueno, eso fue cuestión de suerte. ¿En qué estoy pensando ahora mismo?

S. H.: En que usted ha sido una enorme decepción para su familia.

J. O.: No estaba pensando eso. ¿Por qué habría de pensarlo? Lo estoy intentado con todas mis fuerzas, ¿por qué les cuesta tanto entenderlo (hipotéticamente)? No estaba pensando eso.

Pasemos a unas preguntas rápidas de sí o no. ¿Son las siguientes cosas técnicamente posibles?

La vida en otros planetas. ¿Es teóricamente posible?

S. H.: Sí.

J. O.: ¿Y los agujeros de gusano de Schwarzschild?

S. H.: Sí.

J. O.: Bien, ¿qué me dice de esto?: que yo salga con Charlize Theron.

S. H.: No.

J. O.: ¿Cómo? ¿Seguro que no? ¿En ningún universo?

S. H.: No.

J. O.: ¿No sucede en ninguno de los infinitos universos?

S. H.: No.

J. O.: ¿Está diciendo que queda completamente fuera de los límites de lo que es científicamente posible?

S. H.: Sí.

J. O.: Una preguntita relacionada. En alguno de esos universos, ¿soy yo el que la rechaza, y por eso la cosa no funciona?

S. H.: No.

Se da usted cuenta de cuánto me cuesta escribir cada respuesta, ¿verdad?

J. O.: Sí, por supuesto. Pero estoy intentando entenderlo bien. Porque quiero saber si cabe alguna posibilidad hipotética…

S. H.: No.

J. O.: Es igual. Pero nunca digas nunca jamás.

Si fuese posible viajar en el tiempo, ¿volvería atrás y se negaría a hacer esta entrevista?

S. H.: Sí.

J. O.: Obviamente, es usted un hombre extraordinariamente inteligente. Stephen Hawking, muchas gracias por el tiempo que nos ha dedicado.
 
Más sobre Stephen Hawking en Por amor a la ciencia:

Stephen Hawking para todos los públicos

Brian Cox y Stephen Hawking: Soñar con ecuaciones

La naturaleza del espacio y del tiempo, de Stephen Hawking y Roger Penrose

La teoría del todo: El origen y el destino del universo, de Stephen Hawking y Roger Penrose

(A través de: The Verge)

Ciencia y democracia

La entrevista con Pablo Echenique-Robba, europarlamentario electo por Podemos y físico del CSIC, publicada en Materia pocos días después de las elecciones y en la que abordaba varios asuntos controvertidos, como la experimentación con animales o la producción de alimentos transgénicos, ha suscitado una interesante discusión online sobre cuál ha de ser la relación entre ciencia y política, entre ciencia y democracia.

Fuente: Materia.
Pablo Echenique-Robba. Fuente: Materia.

En la izquierda algunas veces la gente se ha vuelto anticientífica. Yo creo que la gente que no forma parte del sistema científico percibe a la ciencia como parte del sistema, como si fuera la banca.

Pablo Echenique-Robba

De hecho, tras la polémica que provocó la entrevista, el propio Echenique publicó poco después un artículo («La ciencia y la política, esa extraña pareja») para aclarar su posición al respecto.

Elevar la ciencia al status de una nueva religión, de una nueva ideología que nos ahorra la necesidad de hacer política, que soslaya la componente económica, humana, moral o social, así como el lugar —y las formas— de superioridad desde el que, demasiado a menudo, las personas con formación científica miran a quien no la tiene son, también, altamente perjudiciales para el avance de la sociedad.

Pablo Echenique-Robba

Unos días más tarde, también en Materia («De política y ciencia: la racionalidad constreñida«), Juan Ignacio Pérez Iglesias, profesor de Fisiología Animal y responsable de la Cátedra de Cultura Científica en la Universidad del País Vasco, respondía a algunas de las afirmaciones de Echenique.

El núcleo de la controversia es si conviene o no dejar a un lado criterios racionales en determinados casos porque la voluntad de una mayoría así lo determina. En mi opinión la respuesta es que no, porque una vez se sobrepasa esa línea, en lo sucesivo es muy difícil actuar de manera coherente y recurrir a la racionalidad cuando ésta convenga a los intereses de la mayoría o se acomode mejor a sus deseos.

Juan Ignacio Pérez Iglesias

En la entrevista, Echenique-Robba se mostraba partidario de la experimentación con animales, lo que le valió una seria reprimenda («La casta científica y el paradigma ético de Podemos») por parte de Ruth Toledano, activista en favor de los derechos de los animales y autora del blog El caballo de Nietzsche en El Diario. En su artículo, Toledano no se limitaba a criticar a Echenique, sino que hacía extensible buena parte de sus comentarios a lo que denomina «casta científica» (en línea con la «casta política» a la que se refiere habitualmente Podemos), a la que acusa de proporcionar enormes beneficios económicos al sistema capitalista «a costa del abuso y el sufrimiento de los otros animales».

Dentro de ese sistema también está la ciencia, de la que el capitalismo obtiene enormes beneficios económicos. En el caso de la investigación, a costa del abuso y el sufrimiento de los otros animales. Por eso debemos, podemos, luchar contra el sistema. Y, en su caso, contra la casta científica que, con demasiada frecuencia, actúa desde su falacia de autoridad. Solo esa puede ser la óptica, la ética, de un nuevo paradigma.

Ruth Toledano

Para completar el panorama, Materia publicó unos días más tarde un artículo de expresivo título («Sin experimentación animal no habría medicina moderna«) que recogía la opinión mayoritaria entre la comunidad científica junto con algunas voces críticas con la situación actual. A su vez, desde El Diario de Andalucía («La casta científica y nuestra esperanza de vida»), Clara Grima, profesora de Matemáticas en la Universidad de Sevilla y divulgadora, respondía a Toledano.

Esa casta científica con cuernos y rabo es la que ha conseguido que nuestra vida sea mejor que la de nuestros abuelos y conseguirá que sea mejor la de nuestros nietos. Porque esos científicos castosos están en sus laboratorios y centros de investigación trabajando muy duro, a veces en muy malas condiciones, para todos nosotros.

Clara Grima

También en respuesta a Toledano escribía José Cervera («Contra la irracionalidad»), biólogo, periodista y defensor de la comunidad en El Diario, en su blog, Retiario, albergado en la web de RTVE.

La ciencia, como cuerpo de conocimiento, no es democrática: no se puede someter a votación la realidad. Se puede estudiar, comprender mejor o peor, o hasta desconocer por completo; lo que no se puede es cambiarlo según la votación de un grupo de personas por bienintencionadas que sean. La ciencia, como método de adquisición de conocimiento, no puede ser más igualitaria: está abierta a cualquiera, de cualquier edad, condición, clase social, raza o país. Basta con ponerse a ello, con trabajar y con estudiar, y cualquiera puede llegar a obtener una de esas verdades sobre el Universo que constituyen el conocimiento científico.

José Cervera

A la relación entre ciencia y democracia dedicó precisamente su intervención en TEDxSevilla, celebrado el pasado mes de marzo pero cuya grabación se acaba de publicar en la web, Manuel Lozano Leyva, catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear en la Facultad de Física de la Universidad de Sevilla y autor de varios libros de divulgación científica.

La ciencia no es sólo una posible fuente de riqueza y bienestar por haberse convertido en una fuerza productiva directa sino que está además directamente relacionada con el ejercicio de la democracia. Ante desarrollos entre esperanzadores e inquietantes de la ciencia y la técnica, como la terapia génica, las fuentes de energía, el cambio climático, incluso la exploración espacial, la población ha de tener la posibilidad de decidir con criterio bien formado. En ese sentido, la divulgación de la ciencia se convierte en una actividad esencial.

Manuel Lozano Leyva

En uno de sus libros más recientes, El fin de la ciencia, Lozano Leyva dedica varios capítulos a los riesgos a los que, en su opinión, ha de hacer frente la ciencia en la sociedad actual. En particular, se refiere así a la relación entre científicos y políticos:

Es tarea esencial de los políticos asesorarse de estas instituciones y es tarea esencial de los científicos explicarse de manera inteligible, es decir, es responsabilidad de éstos hacer divulgación científica para que las personas más responsables de la sociedad tengan una opinión formada y sólida sobre los distintos asuntos de la ciencia y la tecnología que les pueda atañer. Éstos han de estar también ojo avizor sobre la actitud hacia ésta de los políticos que eligen o cooptan para dirigirlos. Pero uno de los problemas en esto de la comunicación entre los tres grupos, políticos, científicos y ciudadanos, es el siguiente.
Un político siempre va a estar (va a aparentar estar) seguro de lo que dice. Un científico siempre se va a mostrar dubitativo en temas complejos en los que la ciencia y la tecnología no demuestren al mil por cien la fiabilidad de sus predicciones y resultados. El ciudadano va a tender a fiarse de quien se muestre más seguro, y ése es el error.

Manuel Lozano Leyva

Fuentes:

Pablo Echenique-Robba: “En la izquierda a veces la gente se vuelve anticientífica” (Materia, 30 de mayo de 2014)

La ciencia y la política, esa extraña pareja, por Pablo Echenique (Materia, 1 de junio de 2014)

De política y ciencia: la racionalidad constreñida, por Juan Ignacio Pérez Iglesias (@Uhandrea) (Materia, 4 de junio de 2014)

La casta científica y el paradigma ético de Podemos, por Ruth Toledano (El Diario, 6 de junio de 2014)

Sin experimentación animal no habría medicina moderna, por Daniel Mediavilla (Materia, 9 de junio de 2014)

Contra la irracionalidad, por Pepe Cervera (@Retiario) (Retiario | rtve.es, 9 de junio de 2014)

La casta científica y nuestra esperanza de vida, por Clara Grima (El Diario, 9 de junio de 2014)

Ciencia y Democracia, conferencia de Manuel Lozano Leyva (TEDxSevilla, marzo de 2014)

Libros de Manuel Lozano Leyva:

El fin de la ciencia (Debate, 2012)

Nucleares ¿Por qué no? (Debate, 2009)

El gran Mónico (Debate, 2013)