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Nómadas

 

A pesar de todas sus ventajas materiales, la vida sedentaria nos ha dejado inquietos, insatisfechos. Incluso tras 400 generaciones viviendo en pueblos y ciudades, no lo hemos olvidado. El camino por recorrer aún nos susurra al oído como una canción de infancia casi olvidada.

Dotamos a los lugares remotos de un cierto romanticismo. Sospecho que la selección natural ha confeccionado meticulosamente esa atracción como un elemento esencial para nuestra supervivencia. Largos veranos, inviernos templados, copiosas cosechas, caza abundante… Nada de eso durará para siempre. Nuestra propia vida, la de nuestra tribu, o incluso la de nuestra especie podría estar en manos de unos pocos «inquietos» llevados de una atracción que probablemente no sepan articular o entender, hacia las tierras por descubrir y los nuevos mundos.

Herman Melville, en «Moby Dick», dio voz a los nómadas de todas las épocas y lugares, cuando escribió: «Vivo atormentado y con una comezón constante por las cosas remotas. Adoro navegar los mares prohibidos.»

Tal vez sea un poco pronto. Tal vez aún no haya llegado el momento. Pero esos otros mundos, con su promesa de oportunidades sin fin, nos están llamando. En silencio, orbitan alrededor del Sol. Esperando.

Carl Sagan

 

Fuente: Wanderers, un corto de Erik Wernquist

Carl Sagan: Un punto azul pálido (bis)

Hoy hacemos una pequeña trampa y nos repetimos, aunque pensamos que la ocasión lo merece: The Sagan Series, que ha publicado una espléndida serie de vídeos basados en la obra de Carl Sagan, acaba de difundir el más reciente, que pone imágenes al imperecedero «punto azul pálido» del añorado astrofísico y divulgador estadounidense:

Desde tan lejos, puede que la Tierra no parezca muy interesante. Pero para nosotros es diferente. Fíjate de nuevo en ese punto. Eso es aquí. Es nuestro hogar. Somos nosotros.

Ahí viven o han vivido todos tus seres queridos, todas las personas a las que conoces, todo aquel de quien hayas oído hablar alguna vez, todos los seres humanos que han existido jamás. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos. Miles de religiones, ideologías y doctrinas económicas tan seguras de sí mismas, todos los cazadores y recolectores, todos los héroes y todos los cobardes, todos los creadores y destructores de civilizaciones. Todos los reyes y todos los campesinos, todas las parejas de jóvenes enamorados, todas las madres y padres, todos los niños esperanzados, todos los inventores y exploradores, todos los profesores de ética, todos los políticos corruptos, todas las superestrellas y todos los líderes supremos, todos los santos y todos los pecadores de la historia de nuestra especie vivieron allí. En la mota de polvo. Suspendida en un rayo de sol.

La Tierra es un escenario muy pequeño en la inmensidad del cosmos. Piensa en los ríos de sangre que han hecho correr todos esos generales y emperadores para que, entre el triunfo y la gloria, pudiesen proclamarse los amos fugaces de una pequeña parte de un punto. Piensa en las incontables crueldades cometidas por los habitantes de un rincón de este punto sobre los habitantes, apenas distinguibles, de alguna otra parte del punto. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de matarse los unos a los otros, con cuánto fervor odian. Nuestros «postureos», nuestra supuesta importancia, el espejismo de que ocupamos una posición privilegiada en el universo, todo eso queda en entredicho ante ese punto de luz pálida.

Nuestro planeta es un solitario grano de polvo en la gran penumbra cósmica que todo lo envuelve. En nuestra oscuridad, en toda esa inmensidad, no hay ningún indicio de que nadie vaya a venir en nuestra ayuda para salvarnos de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. ¿Visitar? Sí. ¿Colonizar? Aún no. Tanto si nos gusta como si no, en este momento la Tierra es donde nos vamos a quedar.

Se dice que la astronomía es una experiencia de humildad, y que forja el carácter. Puede que no haya mejor demostración de la locura de la soberbia humana que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, recalca la responsabilidad que tenemos de tratarnos los unos a los otros con más amabilidad y compasión, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que jamás hemos conocido, el punto azul pálido.

Carl Sagan

Neil deGrasse Tyson: pasión por el espacio

Neil deGrasse Tyson dirige el Planetario Hayden, en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, y es uno de los divulgadores científicos más populares en Estados Unidos (y de los más atractivos: tanto que la revista People lo nombró hace tiempo «el astrofísico más sexy» del mundo, a lo cual Tyson responde socarrón: «Pensemos quién hay en esa categoría. ¿Le gané a Stephen Hawking? No es una distinción que se me vaya a subir mucho a la cabeza…»).

Neil deGrasse Tyson, el astrofísico más sexy

Por si eso fuera poco, Tyson es amigo personal de Supermán, al que, con la colaboración de científicos de todo el mundo, ayudó nada menos que a localizar su planeta natal, Krypton, que el hombre de acero puede observar cada 382 días desde el telescopio de su observatorio:

«Como ciudadano de Metrópolis, estuve encantado de ayudar a Supermán, que ha hecho tanto por mi ciudad durante todos estos años», dijo Tyson. «Y está claro que, si no fuese un superhéroe, habría sido un gran astrofísico.»

Tyson aboga infatigablemente por revitalizar la exploración espacial, a cuyo declive achaca también la crisis de vocaciones científicas por la que atraviesa su país en las últimas décadas: «Duplicamos o triplicamos el presupuesto de la NASA y la dotamos de una misión ambiciosa. Por ejemplo, volver a la Luna, o ir a Marte. Y hacerlo en tal o cual fecha. Y nos ponemos a buscar desde ya, entre todos los niños del país, aquellos que tengan lo que hace falta porque, cuando estemos en disposición de viajar a Marte, serán ellos quienes tengan la edad apropiada para ser astronautas.» «Se trata de atraer a toda una generación hacia estos proyectos épicos. Y, para resolver problemas que nunca antes se han resuelto, tendrán que inventar cosas, que tener nuevas ideas. Se descubrirán nuevas ramas de las matemáticas. Y esto revertirá en la sociedad, en nuestra cultura. Es difícil convencer a quienes toman las decisiones, pero creo que es nuestra única esperanza.»

A este objetivo contribuirá sin duda otro de sus múltiples proyectos: Siguiendo los pasos de su gran ídolo, Carl Sagan, Tyson presentará a partir de 2014 la resurrección de Cosmos, la mítica serie de documentales que cimentó la fama mundial de Sagan en los años ochenta:

«Se trata de atraer a toda una generación hacia estos proyectos épicos. Y, para resolver problemas que nunca antes se han resuelto, tendrán que inventar cosas, que tener nuevas ideas. Se descubrirán nuevas ramas de las matemáticas. Y esto revertirá en la sociedad, en nuestra cultura. Es difícil convencer a quienes toman las decisiones, pero creo que es nuestra única esperanza.»

Su presencia es también habitual en programas como The Colbert Report o The Daily Show y es muy conocida su querencia por la cultura geek, que queda patente cuando uno entra en despacho, como pudieron comprobar hace unos meses los seguidores del programa Science Friday, que le dedicó un episodio de su serie Diarios de escritorio en el que Tyson hace un repaso de su colección de parafernalia geek y relacionada con el espacio, y también reflexiona sobre las dificultades que tuvo él, un niño negro del Bronx, para abrirse camino en la ciencia:

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Soy Neil deGrasse Tyson. Soy astrofísico en el American Museum of Natural History. Y este es mi escritorio. Esta es mi oficina.

Cuando los adultos me hacían esa incómoda pregunta: ‘¿Qué quieres ser de mayor?’, desde siempre, mi respuesta fue: ‘Astrofísico’.

Di mi primera conferencia cuando acababa de cumplir 15 años, o justo antes de cumplirlos. Pero, por lo demás, creo que era de lo más normal. De hecho, guardo los cuadernos de evaluación de aquellos años y ningún profesor decía: ‘¡Llegará lejos!’, o ‘Es es el mejor de la clase’ En ningún momento dijo nadie algo parecido sobre mí.

Es un meteorito de 4.500 millones de años. Si ha sobrevivido todo ese tiempo en el universo, también sobrevivirá a mi bolsa.

Hice esta lámpara cuando tenía 12 años. Mi planeta favorito, entonces y ahora, es Saturno, y desde que iba al instituto la he tenido como lámpara en mi escritorio.

Me fascina cada ocasión en que un artista trata de expresar la influencia que el universo ejerce sobre él.

Ah, esto lo encontré en un rastrillo, ¡fue toda una ganga! ¿A Van Gogh le habría parecido bien esto, o no? No estoy seguro.

Esto fue un regalo. Me gustan los muñecos raros.

Esto también fue un regalo. Es el muñeco Tyson. Casi nadie me pregunta por esto. Lo escondo aquí abajo. Es un muñeco gay, de hecho. La revista TI publicó un artículo para averiguar si lo habían diseñado para que se pareciese a alguno de los dos Tysons más famosos entonces: Mike Tyson, el boxeador, y Tyson Beckford, el modelo y llegaron a la conclusión de que no se parecía a ninguno de los dos. ¿Dejo la historia ahí, o continúo? [¿Hay más?] Hay una foto en la que estoy saliendo de un tatami, cuando estaba en la universidad. Y la estructura de este brazo es idéntica a la del mío. La correspondencia es realmente inquietante. Aunque el muñeco está calvo, y yo llevo todo un pelazo afro de la época. Era lo que estaba de moda por aquel entonces.

Pero, al reflexionar sobre aquella época, sobre mi ambición de ser un gran atleta, me di cuenta de que estaba tratando de satisfacer los deseos de los demás. Me aconsejaron todo tipo de cosas: que me hiciera vendedor de ordenadores… ¿Qué te parece? Nadie me veía como yo me veía a mí mismo. Ni los profesores, ni la gente en la calle, personas encargadas de asesorarte sobre la carrera a seguir. Ninguno. Nadie.

Y luego está todo eso de los modelos a seguir… Vale, retrocedamos en el tiempo. Tengo 10, 11 años, soy un chaval negro del Bronx. ¿Necesito encontrar a otra persona negra del Bronx que sea astrofísico para poder llegar a serlo yo? ¡¿Perdón?! ¡No! ¡No! Si fuese así como eligiésemos nuestros referentes,
nadie llegaría nunca a ser nada que otra persona no hubiese sido ya antes.

Isaac Newton es mi ídolo. Isaac, ¿vale? He leído prácticamente todo lo que escribió, y el tío estaba más conectado con el universo que ninguna otra persona, antes o después de él. Un recordatorio de que hubo gente antes de nosotros. Evidentemente, no somos los primeros en pensar sobre el universo.

Este es el primer libro que publiqué. Mi hermano es artista, y fue él quien ilustró el libro. Mi primer libro. Lo publiqué cuando estaba haciendo el doctorado. Dentro de tres semanas, serán diez libros. Diez libros.

Siempre está ahí las ganas de devolvérsela a quienes decían: ‘Nunca lo conseguirá’. Pero, ¿adónde te lleva eso? He llegado a la conclusión de que, si te paras a pensarlo, puedes canalizar toda esa emoción en seguir adelante. Pero tengo esta fantasía de dejarlo todo dentro de un par de años, y volver a ser científico. Volver al laboratorio. Porque aún quiero dedicarle mi atención al universo. Me está esperando.

Este orgullo geek le ha llevado incluso a hacer un cameo en una de las series nerds por antonomasia, The Big Bang Theory, donde aprovecharon para sacar a colación una de sus decisiones más polémicas: Con motivo de la remodelación del Planetario Hayden, en el año 2000, Tyson decidió que en él solo figurarían ocho planetas, dejando fuera a Plutón, aduciendo para ello que no había razones objetivas para hacer distinciones entre Plutón y la serie de cuerpos que se habían ido descubriendo en los últimos años en los confines del Sistema Solar. La noticia llegó a las páginas del New York Times y desencadenó un aluvión de cartas de protesta. Pero él se mantuvo en sus trece y en 2006, tras una votación de la Unión Astronómica Internacional, se decidió efectivamente degradar a Plutón de planeta a plutoide.

Ver transcripción
—Raj, ¿has visto a Howard?
—Creo que está almorzando.
—Sheldon, te presento a Neil deGrasse Tyson, del Planetario Hayden, en Nueva York.
—Sé bien quién es el doctor Tyson. El culpable de que Plutón dejase de ser un planeta. Plutón me caía bien. Así que usted no me cae bien.
—Pero no fue culpa mía, fue una votación de la Unión Astronómica Internacional.
—Ya. Y si mi abuela tuviese ruedas sería una bicicleta. Piénselo, doctor Tyson.

—¿Este era el tipo del que me hablabas?
—Sí…

—Doctor Cooper, quería decirle que lamento mucho mi participación el asunto de Plutón.
—Oh, ¡cállese!

Fuentes:

King of the Cosmos (A Profile of Neil deGrasse Tyson), de Carl Zimmer (revista Playboy, enero de 2012)

Neil deGrasse Tyson reveals location of Superman’s home planet, The Guardian, 5 de noviembre de 2012

Carl Sagan: Un punto azul pálido

Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. Ahí ha vivido todo aquel de quien hayas oído hablar alguna vez, todos los seres humanos que han existido. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cada cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada, cada niño esperanzado, cada madre y cada padre, cada inventor y explorador, cada maestro moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y cada pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí: en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol. La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de un lugar del punto sobre los apenas distinguibles habitantes de alguna otra parte del punto. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de matarse los unos a los otros, cómo de fervientes son sus odios. Nuestros posicionamientos, nuestra supuesta importancia, el espejismo de que ocupamos una posición privilegiada en el universo … Todo eso lo pone en cuestión ese punto de luz pálida. Nuestro planeta es un solitario grano de polvo en la gran penumbra cósmica que todo lo envuelve. En nuestra oscuridad —en toda esa inmensidad—, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. Dependemos sólo de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad, y yo añadiría que también forja el carácter. En mi opinión, no hay mejor demostración de la locura que es la soberbia humana que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, recalca la responsabilidad que tenemos de tratarnos los unos a los otros con más amabilidad y compasión, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que jamás hemos conocido.

Carl Sagan (9 de noviembre de 1934 – 20 de diciembre de 1996)

(Vídeo via Naukas; texto via Wikipedia.)