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Neil deGrasse Tyson: pasión por el espacio

Neil deGrasse Tyson dirige el Planetario Hayden, en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, y es uno de los divulgadores científicos más populares en Estados Unidos (y de los más atractivos: tanto que la revista People lo nombró hace tiempo «el astrofísico más sexy» del mundo, a lo cual Tyson responde socarrón: «Pensemos quién hay en esa categoría. ¿Le gané a Stephen Hawking? No es una distinción que se me vaya a subir mucho a la cabeza…»).

Neil deGrasse Tyson, el astrofísico más sexy

Por si eso fuera poco, Tyson es amigo personal de Supermán, al que, con la colaboración de científicos de todo el mundo, ayudó nada menos que a localizar su planeta natal, Krypton, que el hombre de acero puede observar cada 382 días desde el telescopio de su observatorio:

«Como ciudadano de Metrópolis, estuve encantado de ayudar a Supermán, que ha hecho tanto por mi ciudad durante todos estos años», dijo Tyson. «Y está claro que, si no fuese un superhéroe, habría sido un gran astrofísico.»

Tyson aboga infatigablemente por revitalizar la exploración espacial, a cuyo declive achaca también la crisis de vocaciones científicas por la que atraviesa su país en las últimas décadas: «Duplicamos o triplicamos el presupuesto de la NASA y la dotamos de una misión ambiciosa. Por ejemplo, volver a la Luna, o ir a Marte. Y hacerlo en tal o cual fecha. Y nos ponemos a buscar desde ya, entre todos los niños del país, aquellos que tengan lo que hace falta porque, cuando estemos en disposición de viajar a Marte, serán ellos quienes tengan la edad apropiada para ser astronautas.» «Se trata de atraer a toda una generación hacia estos proyectos épicos. Y, para resolver problemas que nunca antes se han resuelto, tendrán que inventar cosas, que tener nuevas ideas. Se descubrirán nuevas ramas de las matemáticas. Y esto revertirá en la sociedad, en nuestra cultura. Es difícil convencer a quienes toman las decisiones, pero creo que es nuestra única esperanza.»

A este objetivo contribuirá sin duda otro de sus múltiples proyectos: Siguiendo los pasos de su gran ídolo, Carl Sagan, Tyson presentará a partir de 2014 la resurrección de Cosmos, la mítica serie de documentales que cimentó la fama mundial de Sagan en los años ochenta:

«Se trata de atraer a toda una generación hacia estos proyectos épicos. Y, para resolver problemas que nunca antes se han resuelto, tendrán que inventar cosas, que tener nuevas ideas. Se descubrirán nuevas ramas de las matemáticas. Y esto revertirá en la sociedad, en nuestra cultura. Es difícil convencer a quienes toman las decisiones, pero creo que es nuestra única esperanza.»

Su presencia es también habitual en programas como The Colbert Report o The Daily Show y es muy conocida su querencia por la cultura geek, que queda patente cuando uno entra en despacho, como pudieron comprobar hace unos meses los seguidores del programa Science Friday, que le dedicó un episodio de su serie Diarios de escritorio en el que Tyson hace un repaso de su colección de parafernalia geek y relacionada con el espacio, y también reflexiona sobre las dificultades que tuvo él, un niño negro del Bronx, para abrirse camino en la ciencia:

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Soy Neil deGrasse Tyson. Soy astrofísico en el American Museum of Natural History. Y este es mi escritorio. Esta es mi oficina.

Cuando los adultos me hacían esa incómoda pregunta: ‘¿Qué quieres ser de mayor?’, desde siempre, mi respuesta fue: ‘Astrofísico’.

Di mi primera conferencia cuando acababa de cumplir 15 años, o justo antes de cumplirlos. Pero, por lo demás, creo que era de lo más normal. De hecho, guardo los cuadernos de evaluación de aquellos años y ningún profesor decía: ‘¡Llegará lejos!’, o ‘Es es el mejor de la clase’ En ningún momento dijo nadie algo parecido sobre mí.

Es un meteorito de 4.500 millones de años. Si ha sobrevivido todo ese tiempo en el universo, también sobrevivirá a mi bolsa.

Hice esta lámpara cuando tenía 12 años. Mi planeta favorito, entonces y ahora, es Saturno, y desde que iba al instituto la he tenido como lámpara en mi escritorio.

Me fascina cada ocasión en que un artista trata de expresar la influencia que el universo ejerce sobre él.

Ah, esto lo encontré en un rastrillo, ¡fue toda una ganga! ¿A Van Gogh le habría parecido bien esto, o no? No estoy seguro.

Esto fue un regalo. Me gustan los muñecos raros.

Esto también fue un regalo. Es el muñeco Tyson. Casi nadie me pregunta por esto. Lo escondo aquí abajo. Es un muñeco gay, de hecho. La revista TI publicó un artículo para averiguar si lo habían diseñado para que se pareciese a alguno de los dos Tysons más famosos entonces: Mike Tyson, el boxeador, y Tyson Beckford, el modelo y llegaron a la conclusión de que no se parecía a ninguno de los dos. ¿Dejo la historia ahí, o continúo? [¿Hay más?] Hay una foto en la que estoy saliendo de un tatami, cuando estaba en la universidad. Y la estructura de este brazo es idéntica a la del mío. La correspondencia es realmente inquietante. Aunque el muñeco está calvo, y yo llevo todo un pelazo afro de la época. Era lo que estaba de moda por aquel entonces.

Pero, al reflexionar sobre aquella época, sobre mi ambición de ser un gran atleta, me di cuenta de que estaba tratando de satisfacer los deseos de los demás. Me aconsejaron todo tipo de cosas: que me hiciera vendedor de ordenadores… ¿Qué te parece? Nadie me veía como yo me veía a mí mismo. Ni los profesores, ni la gente en la calle, personas encargadas de asesorarte sobre la carrera a seguir. Ninguno. Nadie.

Y luego está todo eso de los modelos a seguir… Vale, retrocedamos en el tiempo. Tengo 10, 11 años, soy un chaval negro del Bronx. ¿Necesito encontrar a otra persona negra del Bronx que sea astrofísico para poder llegar a serlo yo? ¡¿Perdón?! ¡No! ¡No! Si fuese así como eligiésemos nuestros referentes,
nadie llegaría nunca a ser nada que otra persona no hubiese sido ya antes.

Isaac Newton es mi ídolo. Isaac, ¿vale? He leído prácticamente todo lo que escribió, y el tío estaba más conectado con el universo que ninguna otra persona, antes o después de él. Un recordatorio de que hubo gente antes de nosotros. Evidentemente, no somos los primeros en pensar sobre el universo.

Este es el primer libro que publiqué. Mi hermano es artista, y fue él quien ilustró el libro. Mi primer libro. Lo publiqué cuando estaba haciendo el doctorado. Dentro de tres semanas, serán diez libros. Diez libros.

Siempre está ahí las ganas de devolvérsela a quienes decían: ‘Nunca lo conseguirá’. Pero, ¿adónde te lleva eso? He llegado a la conclusión de que, si te paras a pensarlo, puedes canalizar toda esa emoción en seguir adelante. Pero tengo esta fantasía de dejarlo todo dentro de un par de años, y volver a ser científico. Volver al laboratorio. Porque aún quiero dedicarle mi atención al universo. Me está esperando.

Este orgullo geek le ha llevado incluso a hacer un cameo en una de las series nerds por antonomasia, The Big Bang Theory, donde aprovecharon para sacar a colación una de sus decisiones más polémicas: Con motivo de la remodelación del Planetario Hayden, en el año 2000, Tyson decidió que en él solo figurarían ocho planetas, dejando fuera a Plutón, aduciendo para ello que no había razones objetivas para hacer distinciones entre Plutón y la serie de cuerpos que se habían ido descubriendo en los últimos años en los confines del Sistema Solar. La noticia llegó a las páginas del New York Times y desencadenó un aluvión de cartas de protesta. Pero él se mantuvo en sus trece y en 2006, tras una votación de la Unión Astronómica Internacional, se decidió efectivamente degradar a Plutón de planeta a plutoide.

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—Raj, ¿has visto a Howard?
—Creo que está almorzando.
—Sheldon, te presento a Neil deGrasse Tyson, del Planetario Hayden, en Nueva York.
—Sé bien quién es el doctor Tyson. El culpable de que Plutón dejase de ser un planeta. Plutón me caía bien. Así que usted no me cae bien.
—Pero no fue culpa mía, fue una votación de la Unión Astronómica Internacional.
—Ya. Y si mi abuela tuviese ruedas sería una bicicleta. Piénselo, doctor Tyson.

—¿Este era el tipo del que me hablabas?
—Sí…

—Doctor Cooper, quería decirle que lamento mucho mi participación el asunto de Plutón.
—Oh, ¡cállese!

Fuentes:

King of the Cosmos (A Profile of Neil deGrasse Tyson), de Carl Zimmer (revista Playboy, enero de 2012)

Neil deGrasse Tyson reveals location of Superman’s home planet, The Guardian, 5 de noviembre de 2012

Diarios de escritorio: Daniel Kahneman

De la mano de Science Friday y sus Desktop Diaries (Diarios de escritorio), nos colamos hoy en el apartamento de Daniel Kahneman, psicólogo y premio Nobel en Economía, y autor del ya clásico Pensar rápido, pensar despacio.

Curiosamente, Kahneman no tiene despacho y, por no tener, no tiene ni escritorio. En su caso es rigurosamente cierto el dicho de que el saber no ocupa lugar:

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Estamos en Nueva York, en mi apartamento. Estoy jubilado, así que no tengo despacho en ningún otro sitio.

Me llamo Daniel Kahneman, y soy catedrático emérito en Princeton.

No, no tengo escritorio, llevo muchos años sin usar escritorio. No acumulo cosas, ni ideas tampoco. Si algo no funciona, simplemente paso a otra cosa.

Sí que les dedico tiempo a las ideas que parece que funcionan. Y soy perfeccionista, pero nunca he tenido una idea grandiosa, ni la intención de transformar las cosas.
Mucho de lo que he hecho se basa en la introspección y la observación informal.

Es una historia antigua, que a la gente le sorprende mucho, pero resulta que, en Estocolmo, a veces organizan una especie de audición, y yo había estado el año anterior. Y entonces fue cuando recibí la llamada. Fui a la habitación donde mi mujer estaba haciendo ejercicio y dije: «Me lo han dado». Y ella respondió: «¿Que te han dado qué?»

—¿Recibió un premio físico?

Sí, sí, se lo puedo enseñar, claro… Es curioso, porque no lo encuentro. Es muy extraño, tendré que preguntarle a mi mujer. Aparecerá. Y si no, tampoco pasa nada grave…

Me encanta el proceso. Casi siempre he trabajado con otras personas. Mi amigo y colega Amos Tversky, tanto él como yo preferíamos nuestra compañía a la de prácticamente cualquier otra persona.

Mi intención era transformar cuestiones filosóficas o generales en cuestiones más concretas sobre las personas.

El hecho de ser judío tiene su incidencia. A los judíos de la Europa del Este no se les permitía trabajar la tierra, lo cual hace que el mundo se restrinja a las personas y las palabras.

Nací en Tel Aviv, pero, cuando uno es académico, esa es prácticamente tu nacionalidad, esa otra tribu. Yo diría que la vida académica no es para todo el mundo. Y no es una cuestión de talento. Tienen que ser capaces de exagerar la importancia de lo que hacen, pues de lo contrario uno está en las trincheras, haciendo su pequeña cosita, que es su contribución a la ciencia… Debe ser capaz de ver la grandeza que hay en eso.

Si uno cree que su trabajo es insignificante, si no puede engañarse y pensar que su trabajo es importante, mejor que se busque otra carrera.

Pensar rápido, pensar despacio, de Daniel Kahneman, está publicado por la editorial Debate.

Más Diarios de escritorio: Michio Kaku: «No hace falta ser rubio y guapo para ser un héroe, también se puede ser científico»

Michio Kaku: no hace falta ser rubio y guapo para ser un héroe, también se puede ser científico

Gracias a Science Friday, el estupendo programa de divulgación científica de la radio pública estadounidense, entramos en el despacho donde Michio Kaku, físico teórico y futurista, escribe sus exitosos libros y graba sus programas de radio.

Kaku nos cuenta cómo Flash Gordon, el programa televisivo de los años cincuenta, le hizo darse cuenta de que no hacía falta ser rubio y musculoso para ser un héroe, ¡también podía hacerse científico!

Transcripción

Soy el profesor Michio Kaku. Soy profesor de física teórica en la City University de Nueva York y este es mi escritorio.

Llevo unos diez años en este despacho, antes estaba justo en el de al lado.

Cuando era niño, en el salón de mi casa, dos cosas me cambiaron la vida. Primero, la muerte de Einstein. Segundo, que los sábados por la mañana ponían Flash Gordon.

Me encantaba ver Flash Gordon, porque me introdujo en un mundo nuevo de cohetes espaciales, extraterrestres, escudos de invisibilidad y ciudades en el cielo.

Lo primero que aprendí fue que yo no tenía el pelo rubio, ni los ojos azules, ni tenía músculos, así que no iba a ser Flash Gordon. Pero era el científico el que inventaba las pistolas de rayos, las naves espaciales, la ciudad en el cielo.

La ciencia era la que hacía que la serie funcionase. Así que el salón de cuando era niño se ha transformado en mi despacho actual.

Está bastante desordenado. Como creo que dijo Winston Churchill: no tiene sentido tener un escritorio limpio y ordenado, porque eso significa que no estás haciendo nada.

Estos son algunos de los premios que me han dado a lo largo de los años. Supongo que algún día debería colgarlos.

Alguien me dibujó al estilo de Star Wars. Ahí estoy con mi espada de luz Jedi… Muchas de las cosas de Star Wars son físicamente posibles, salvo que no tengo una espada de luz…

En mi libro «La física del futuro» te llevo a dentro de cien años. Han inventado el coche sin conductor. Han inventado la lentilla conectada a internet. Han inventado la fábrica de recambios humanos, donde se puede producir cualquier órgano del cuerpo. Están empezando a descifrar el proceso del envejecimiento.

Todos tendremos esta tecnología, todos viviremos más años, y todos sabremos exactamente qué sucede, porque tendremos internet en nuestra lentilla, pero no por ello seremos mucho más felices.

No me gusta cambiar nada a menos que sea realmente necesario. Si un ordenador funciona, aunque sea viejo… Si no está roto, ¿para qué cambiarlo? Pero, si entrase aquí mi hija, probablemente diría: «¡Dios mío! Parece que estoy entre dinosaurios. ¡Mira! Ahí hay un brontosaurio. Y ahí un estegosaurio…»
Pero el tiempo pasa, y me digo: bueno, básicamente lo que sucede es que soy un tipo chapado a la antigua.

La física del futuro, de Michio Kaku, está publicado por la editorial Debate