Ciencia y democracia
La entrevista con Pablo Echenique-Robba, europarlamentario electo por Podemos y físico del CSIC, publicada en Materia pocos días después de las elecciones y en la que abordaba varios asuntos controvertidos, como la experimentación con animales o la producción de alimentos transgénicos, ha suscitado una interesante discusión online sobre cuál ha de ser la relación entre ciencia y política, entre ciencia y democracia.

En la izquierda algunas veces la gente se ha vuelto anticientífica. Yo creo que la gente que no forma parte del sistema científico percibe a la ciencia como parte del sistema, como si fuera la banca.
Pablo Echenique-Robba
De hecho, tras la polémica que provocó la entrevista, el propio Echenique publicó poco después un artículo («La ciencia y la política, esa extraña pareja») para aclarar su posición al respecto.
Elevar la ciencia al status de una nueva religión, de una nueva ideología que nos ahorra la necesidad de hacer política, que soslaya la componente económica, humana, moral o social, así como el lugar —y las formas— de superioridad desde el que, demasiado a menudo, las personas con formación científica miran a quien no la tiene son, también, altamente perjudiciales para el avance de la sociedad.
Pablo Echenique-Robba
Unos días más tarde, también en Materia («De política y ciencia: la racionalidad constreñida«), Juan Ignacio Pérez Iglesias, profesor de Fisiología Animal y responsable de la Cátedra de Cultura Científica en la Universidad del País Vasco, respondía a algunas de las afirmaciones de Echenique.
El núcleo de la controversia es si conviene o no dejar a un lado criterios racionales en determinados casos porque la voluntad de una mayoría así lo determina. En mi opinión la respuesta es que no, porque una vez se sobrepasa esa línea, en lo sucesivo es muy difícil actuar de manera coherente y recurrir a la racionalidad cuando ésta convenga a los intereses de la mayoría o se acomode mejor a sus deseos.
Juan Ignacio Pérez Iglesias
En la entrevista, Echenique-Robba se mostraba partidario de la experimentación con animales, lo que le valió una seria reprimenda («La casta científica y el paradigma ético de Podemos») por parte de Ruth Toledano, activista en favor de los derechos de los animales y autora del blog El caballo de Nietzsche en El Diario. En su artículo, Toledano no se limitaba a criticar a Echenique, sino que hacía extensible buena parte de sus comentarios a lo que denomina «casta científica» (en línea con la «casta política» a la que se refiere habitualmente Podemos), a la que acusa de proporcionar enormes beneficios económicos al sistema capitalista «a costa del abuso y el sufrimiento de los otros animales».
Dentro de ese sistema también está la ciencia, de la que el capitalismo obtiene enormes beneficios económicos. En el caso de la investigación, a costa del abuso y el sufrimiento de los otros animales. Por eso debemos, podemos, luchar contra el sistema. Y, en su caso, contra la casta científica que, con demasiada frecuencia, actúa desde su falacia de autoridad. Solo esa puede ser la óptica, la ética, de un nuevo paradigma.
Ruth Toledano
Para completar el panorama, Materia publicó unos días más tarde un artículo de expresivo título («Sin experimentación animal no habría medicina moderna«) que recogía la opinión mayoritaria entre la comunidad científica junto con algunas voces críticas con la situación actual. A su vez, desde El Diario de Andalucía («La casta científica y nuestra esperanza de vida»), Clara Grima, profesora de Matemáticas en la Universidad de Sevilla y divulgadora, respondía a Toledano.
Esa casta científica con cuernos y rabo es la que ha conseguido que nuestra vida sea mejor que la de nuestros abuelos y conseguirá que sea mejor la de nuestros nietos. Porque esos científicos castosos están en sus laboratorios y centros de investigación trabajando muy duro, a veces en muy malas condiciones, para todos nosotros.
Clara Grima
También en respuesta a Toledano escribía José Cervera («Contra la irracionalidad»), biólogo, periodista y defensor de la comunidad en El Diario, en su blog, Retiario, albergado en la web de RTVE.
La ciencia, como cuerpo de conocimiento, no es democrática: no se puede someter a votación la realidad. Se puede estudiar, comprender mejor o peor, o hasta desconocer por completo; lo que no se puede es cambiarlo según la votación de un grupo de personas por bienintencionadas que sean. La ciencia, como método de adquisición de conocimiento, no puede ser más igualitaria: está abierta a cualquiera, de cualquier edad, condición, clase social, raza o país. Basta con ponerse a ello, con trabajar y con estudiar, y cualquiera puede llegar a obtener una de esas verdades sobre el Universo que constituyen el conocimiento científico.
José Cervera
A la relación entre ciencia y democracia dedicó precisamente su intervención en TEDxSevilla, celebrado el pasado mes de marzo pero cuya grabación se acaba de publicar en la web, Manuel Lozano Leyva, catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear en la Facultad de Física de la Universidad de Sevilla y autor de varios libros de divulgación científica.
La ciencia no es sólo una posible fuente de riqueza y bienestar por haberse convertido en una fuerza productiva directa sino que está además directamente relacionada con el ejercicio de la democracia. Ante desarrollos entre esperanzadores e inquietantes de la ciencia y la técnica, como la terapia génica, las fuentes de energía, el cambio climático, incluso la exploración espacial, la población ha de tener la posibilidad de decidir con criterio bien formado. En ese sentido, la divulgación de la ciencia se convierte en una actividad esencial.
Manuel Lozano Leyva
En uno de sus libros más recientes, El fin de la ciencia, Lozano Leyva dedica varios capítulos a los riesgos a los que, en su opinión, ha de hacer frente la ciencia en la sociedad actual. En particular, se refiere así a la relación entre científicos y políticos:
Es tarea esencial de los políticos asesorarse de estas instituciones y es tarea esencial de los científicos explicarse de manera inteligible, es decir, es responsabilidad de éstos hacer divulgación científica para que las personas más responsables de la sociedad tengan una opinión formada y sólida sobre los distintos asuntos de la ciencia y la tecnología que les pueda atañer. Éstos han de estar también ojo avizor sobre la actitud hacia ésta de los políticos que eligen o cooptan para dirigirlos. Pero uno de los problemas en esto de la comunicación entre los tres grupos, políticos, científicos y ciudadanos, es el siguiente.
Un político siempre va a estar (va a aparentar estar) seguro de lo que dice. Un científico siempre se va a mostrar dubitativo en temas complejos en los que la ciencia y la tecnología no demuestren al mil por cien la fiabilidad de sus predicciones y resultados. El ciudadano va a tender a fiarse de quien se muestre más seguro, y ése es el error.Manuel Lozano Leyva
Fuentes:
Pablo Echenique-Robba: “En la izquierda a veces la gente se vuelve anticientífica” (Materia, 30 de mayo de 2014)
La ciencia y la política, esa extraña pareja, por Pablo Echenique (Materia, 1 de junio de 2014)
De política y ciencia: la racionalidad constreñida, por Juan Ignacio Pérez Iglesias (@Uhandrea) (Materia, 4 de junio de 2014)
La casta científica y el paradigma ético de Podemos, por Ruth Toledano (El Diario, 6 de junio de 2014)
Sin experimentación animal no habría medicina moderna, por Daniel Mediavilla (Materia, 9 de junio de 2014)
Contra la irracionalidad, por Pepe Cervera (@Retiario) (Retiario | rtve.es, 9 de junio de 2014)
La casta científica y nuestra esperanza de vida, por Clara Grima (El Diario, 9 de junio de 2014)
Ciencia y Democracia, conferencia de Manuel Lozano Leyva (TEDxSevilla, marzo de 2014)
Libros de Manuel Lozano Leyva:
El fin de la ciencia (Debate, 2012)
Nucleares ¿Por qué no? (Debate, 2009)
El gran Mónico (Debate, 2013)
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