Peter Godfrey-Smith: Otras mentes. El pulpo, el mar y los orígenes profundos de la consciencia
En una rama muy distante de la nuestra en el árbol evolutivo de las especies existe otra mente muy desarrollada: la de los cefalópodos. Pero, ¿qué clase de inteligencia poseen estos animales? ¿Cómo desarrolló tal inteligencia el pulpo, criatura de escasa vida social y longevidad de apenas dos años?
A dar respuesta a preguntas como estas lleva años dedicado Peter Godfrey-Smith, profesor de filosofía en la City University of New York, así como profesor de historia y filosofía de la ciencia en la universidad de su Sídney natal, donde se dedica principalmente a la filosofía de la biología y a la filosofía de la mente, y en particular a la intersección entre ambas.

De hecho, al margen de su actividad como filósofo, Godfrey-Smith es un aficionado al buceo, y desde hace años dedica gran parte de su tiempo a realizar inmersiones junto a la costa australiana, en una región al sur de Sídney donde se encuentra «Octópolis», así llamada por la cantidad de jibias, pulpos y calamares que viven allí abajo, sobre un lecho de conchas marinas depositado a lo largo probablemente de décadas. (El año pasado se descubrió otra zona de características similares, a la que se dio el nombre de «Otlantis», jugando con la palabra inglesa para pulpo, octopus, y para la mítica isla de Atlántida, Atlantis.)
Los pulpos, así como las jibias y los calamares, están dotados de sistema nervioso complejo, lo cual los emparenta con los seres humanos. De alguna manera, los octópodos son un «experimento independiente de la evolución» que arrancó hace 600 millones de años, cuando apenas eran unos gusanos de escasos milímetros de longitud. El paso del tiempo los dotó de un cerebro en cuyo interior brillan 500 millones de neuronas (el ser humano cuenta con 100.000 millones) y los convirtió en la especie más inteligente de las profundidades marinas.
Tanto es así que el buceador puede aproximarse a ellos y detectar, quizá no un brillo inteligente en su mirada, pero sí un comportamiento que le incitará a pensar que se encuentra ante un animal que no sólo puede comunicarse, sino que disfruta haciéndolo.
En palabras de Peter Godfrey-Smith, los octópodos son lo más parecido a un extraterrestre que podemos encontrar en nuestro planeta y nos ayudan a comprender mucho mejor el funcionamiento de la naturaleza.
En Otras mentes. El pulpo, el mar y los orígenes profundos de la consciencia, recientemente publicado por Taurus en España, Godfrey-Smith trata de responder a las preguntas con las que lleva años fascinado. Para ello, se remonta a los orígenes de la vida, que muy probablemente apareció por primera vez en un entorno acuoso como el que aún habitan los pulpos, y hace un recorrido por la evolución y el desarrollo de la mente en estos animales que arroja nueva luz sobre la comprensión de nuestra propia mente.
Extrañamente, los cefalópodos viven muy poco tiempo (dos años), lo que resulta harto curioso, ya que no parece tener sentido que la naturaleza haya invertido tanta energía en crear un sistema nervioso complejo, así como un cerebro desarrollado, en un animal que morirá rápidamente. La única respuesta que encuentra Peter Godfrey-Smith a esta paradoja es la vulnerabilidad de los pulpos. Son animales que pueden morir con facilidad, dado que su cuerpo no presenta grandes estrategias de defensa. En palabras del autor: «La duración de la vida de los diferentes animales se establece en función de su riesgo de muerte por causas externas, de lo rápidamente que puedan alcanzar la edad reproductiva y de otras características de su estilo de vida y de su ambiente».
En YouTube es posible encontrar vídeos de Octópolis, grabados por el propio autor:
Más información:
Otras mentes. El pulpo, el mar y los orígenes profundos de la consciencia | megustaleer (aquí puede leerse el fragmento inicial)
Peter Godfrey-Smith | Wikipedia
Peter Godfrey-Smith | Universidad de Sídney
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