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Daniel Kahneman: No somos tan listos como nos creemos

Transcripción íntegra:

Queremos vivir en un mundo que tenga sentido, pero además estamos programados para darle sentido al mundo, y hay muchas razones por las que nunca aprendemos que somos incapaces de hacer predicciones. Una de las más importantes, creo yo, es nuestra manera de echar la vista atrás.

Cuando algo sucede, como por ejemplo la crisis financiera, surgen muchas historias, y aparece gente que dice: «yo lo supe desde el principio». De hecho, aparece mucha más gente de la que tendría derecho a decirlo.

Pero lo pernicioso de creer que hubo personas que realmente sabían que la crisis se iba a producir es que eso nos lleva a pensar que la crisis era predecible, que el mundo es predecible.

Lo cual, creo yo, es muchas ocasiones no es más que una ilusión perniciosa. De hecho, hablando de la crisis, hubo algunas personas que pensaron que esta se iba a producir.

Y cuando llegó dijeron: «¡Lo sabía!». Pero, en realidad, solo lo pensaban, y otra gente que sabía tanto como ellos pensaba algo diferente.

La idea de que el mundo es predecible alimenta la persistencia del exceso de confianza. Además, la confianza no es un juicio. Es un sentimiento, es en sí misma una emoción. Y es un sentimiento generado por la calidad de la historia que nos contamos a nosotros mismos.

Si la historia es coherente, nos la creeremos. Y no es más que una emoción. No es que determinemos que «la calidad de nuestras evidencias justifica esas conclusiones», sino que tenemos la sensación de que «esta es una buena historia». Y eso nos hace sentir bien.

Fuente: The Motley Fool

Pensar rápido, pensar despacio (Debate, 2012), la primera obra de Kahneman dirigida al gran público, se ha convertido en un bestseller internacional.

Más de Daniel Kahneman: Vivir en California no hará que seas más feliz

Brian Cox y Stephen Hawking: soñar con ecuaciones

Hace un par de años, Brian Cox tuvo ocasión de conocer y entrevistar a uno de sus ídolos, el profesor Stephen Hawking. Gracias a lo cual sabemos cosas como esta:

Brian Cox: ¿Qué es lo que te quita el sueño?

Stephen Hawking: Si cuando me acuesto tengo en la cabeza preguntas sobre el universo no puedo desconectar. Me paso toda la noche soñando con ecuaciones.

Aquí podéis escuchar su conversación (subtítulos en inglés y en castellano):

(Vídeo en Youtube.)

 

Brian Cox: Stephen, ¿qué es lo que crees que todo el mundo debería saber de tu disciplina científica?

Stephen Hawking: La ciencia puede explicar el universo sin necesidad de un creador.

B.C.: Una frase maravillosamente provocativa, una estupenda respuesta, de hecho. ¿Dónde y cuándo piensas mejor?

S.H.: En cualquier lugar donde tenga tiempo para pensar. Las mañanas no me sientan nada bien. Solo me pongo en marcha a partir de las cuatro de la tarde.

B.C.: Eso mismo digo yo, y mi mujer cree que estoy fingiendo. Que lo que no quiero es salir de la cama. ¿Qué te distrae de tus pensamientos?

S.H.: Que la gente me haga preguntas. Puedo concentrarme e ignorar cualquier otra cosa.

B.C.: ¿Qué problema esperas que los científicos hayan resuelto a finales de este siglo?

S.H.: La fusión nuclear. Sería una fuente inagotable de energía sin contaminación ni calentamiento global.

B.C.: Comparto tu opinión de que la obtención de energía limpia es de una importancia fundamental. Lo que frustra es el hecho de que, como físicos, sabes cómo hacerlo, sabemos cómo funciona, y me parece que tenemos a nuestro alcance la solución técnica, si queremos llevarla a la práctica. Y no comprendo por qué parece que no lo deseamos lo suficiente, a día de hoy. ¿Recuerdas el momento en que decidiste que serías científico?

S.H.: Mi padre era investigador en medicina tropical, así que siempre di por hecho que yo también sería científico. Pero la medicina me parecía demasiado imprecisa e inexacta, así que opté por la física.

B.C.: ¿Cuál es la idea equivocada más extendida sobre tu trabajo?

S.H.: La gente piensa que soy un personaje de los Simpson.

B.C.: ¿A qué científico vivo admiras más, y por qué?

S.H.: Admiro a muchos científicos muertos, pero no se me ocurre ninguno vivo. Probablemente sea porque solo con la perspectiva del tiempo se puede ver quién hizo contribuciones importantes.

B.C.: Supongo que porque se te juzga en función de si tus teorías son correctas o no, si lo que dices supera la prueba del experimento… Iba a decir si tus teorías son ciertas, pero ninguna teoría lo es nunca… Pero si tus teorías concuerdan con la naturales, tal y como la conocemos a día de hoy. Eso significa que las distinciones se otorgan con retraso. Aunque me pregunto si piensas que alguien como Richard Feynman llegó a ese estatus de grandeza en vida, aunque ya murió, porque es uno de los nombres que destaca como uno de los grandes del siglo XX, y probablemente también lo fue en vida.

S.H.: Sí.

B.C.: ¿Qué es lo que te quita el sueño?

S.H.: Si tengo en la cabeza preguntas sobre el universo cuando me acuesto no puedo desconectar. Sueño con ecuaciones toda la noche.

B.C.: ¿Cuál ha sido el momento más emocionante de tu carrera?

S.H.: Cuando visité la Antártida en 1997. Las Fuerzas Aéreas chilenas nos llevaron a un grupo de físicos teóricos a su base en la isla King George, junto a la península antártica. Mi silla de ruedas no tenía cadenas, así que llevaron de un sitio a otro en motonieve.

B.C.: ¿Cuál es tu científico favorito de ficción?

S.H.: Mi madre nos contaba a mi hermana y a mí historias que se inventaba, sobre un tal profesor Han Brin, que tenía todo tipo de extraños inventos. Estoy intentando convencerla para que reúna estas y otras historias y las escriba.

B.C.: ¿Cuál es el mayor dilema moral al que se enfrentan los científicos hoy en día?

S.H.: El mayor dilema moral tiene que ver con la ingeniería genética. Prontó será posible aumentar enormemente la inteligencia y la duración de la vida de ciertos individuos. Ellos y sus descendientes pueden convertirse en una raza dominante. La evolución no tiene ningún respeto por la justicia social. Para los neandertales, no fue justo verse sustituidos por los humanos modernos.

B.C.: ¿Qué consecuencias tendría para el Reino Unido retirarnos de los grandes científicos proyectos, como el CERN, debido a los recortes presupuestarios?

S.H.: Sería desmoralizante y perjudicial para la comunidad académica, cuya tarea es la de formar a la siguiente generación de científicos del país.

B.C.: ¿Cómo podemos convencer al gobierno para que aumente el gasto en disciplinas como la física y la cosmología?

S.H.: Preservar en nivel elevado en física y matemáticas es importante para la industria británica. No disponemos de grandes recursos naturales. Nuestro éxito depende de nuestras capacidades técnicas.

B.C.: Gracias, profesor Hawking.

S.H.: Muchas gracias.

B.C.: Ha sido un placer conocerte, un verdadero placer.

 

Por qué E=mc2, de Brian Cox y Jeff Forshaw, está editado por Debate.

Libros de Stephen Hawking en Por amor a la ciencia.

El petirrojo cuántico

A Jim Al-Khalili, profesor de física y otro de los grandes divulgadores científicos británicos, le tiene fascinado la posibilidad de que animales tan aparentemente ordinarios como el petirrojo europeo se sirvan de fenómenos como el entrelazamiento cuántico, que a los humanos tanto nos desconciertan y tanto nos cuesta controlar y reproducir, para orientarse en su migración anual a través de Europa. Aquí nos lo explica (subtítulos en inglés y en español):

Jim Al-Khalili en Twitter: @jimalkhalili

The Life Scientific, el programa de Al Khalili en la BBC Radio 4, donde entrevista en profundidad a científicos de diversas disciplinas.

Michael Pollan: Saber comer

Michael Pollan, activista por una buena alimentación y director del programa sobre periodismo científico y medioambiental en la Universidad de Berkeley, en California, lleva más de veinticinco años escribiendo artículos y libros sobre los puntos de intersección entre naturaleza y cultura: los platos que comemos y los huertos y las granjas donde cultivamos o criamos nuestros alimentos.

Según Pollan, nuestra forma de comer ha cambiado más en los últimos cincuenta años que en los 10.000 años anteriores. Tras la Segunda Guerra Mundial, el auge de la industria alimentaria ha hecho que los supermercados desborden de productos aparentemente variados y que cada vez cuesta más reconocer como comida.

Pero comer bien no tiene por qué ser tan complicado. En Saber comer [Debate, 2012], Pollan destila la sabiduría que ha acumulado a lo largo de todo este tiempo en «64 reglas básicas para aprender a comer bien», con las que trata de responder de manera concisa, práctica y amena a la pregunta que tantos de sus lectores le hacen a menudo: «¿Qué debería comprar? ¿Qué he de comer?».

De entre todas, Pollan elige sus siete reglas favoritas:

1. Ten en cuenta de dónde proviene lo que comes: Si, antes de comer, te planteas el trabajo que implica, y lo asombroso que es, el proceso por el que alimentos de distintos lugares de la Tierra llegan a tu mesa, comerás con mayor satisfacción y conciencia. Tanto si bendices la mesa en voz alta, como si te limitas a reflexionar en silencio sobre este milagro cotidiano, esta costumbre te ayudará a ser más consciente de lo que comes, lo cual también ayuda a hacerlo de manera más reposada y sana. «Esta comida es fruto del trabajo de innumerables seres», reza un dicho zen que se suele pronunciar antes de cada comida. «No olvidemos sus padecimientos.»

Dibujo de Maira Kalman para la edición ilustrada de «Food Rules» («Saber comer»), de Michael Pollan

2. Pon un ramo de flores sobre la mesa y todo te sabrá el doble de rico.

3. Pide siempre la ración pequeña: En esta época de raciones extragrandes, lo pequeño es suficientemente grande. Según Lisa Young, autora de The Portion Teller Plan, cuando abrió el primer restaurante McDonald’s, solo había un tamaño de bebida, que era menos de la mitad del tamaño «pequeño» de ahora. En Burger King, el tamaño «grande» en 1965 es ahora el «pequeño». Las raciones de comida en los restaurantes también han ido creciendo: plantéate la posibilidad de pedir un menú para niños o de compartir el primer plato.

4. Si no tienes hambre suficiente para tomarte una manzana, es muy probable que no tengas hambre: Este experimento mental es una buena manera de comprobar si el deseo de comer que sientes se debe al hambre, oa a alguna otra cosa. Si la idea de comerte una manzana no te atrae, probablemente solo quieras comer por costumbre, por aburrimiento, o porque estás triste. Se te pasará. Pero si la idea te resulta atractiva, adelante: cómete una manzana.

5. “Las marcas, fuera de la mesa”: Mantén los logos y los paquetes de comida lejos de la mesa. Incluso aunque hayas comprado comida para llevar: retira los envoltorios y sírvela en un plato o en una bandeja. Comerás más despacio y disfrutarás más. Es difícil saborear una buena comida cuando uno está rodeado de mensajes publicitarios y de basura en ciernes.

6. No te limites a unos pocos platos: Cuando a los chavales se les inculca a pensar en la mesa del comedor como si fuese la de un restaurante, acabarán comiendo como la mayoría de la gente en los restaurantes: demasiado. Tanto para adultos como para jóvenes, no hacerle ascos a nada de lo que nos sirvan suele ser un buen hábito, salvo que la religión o alguna alergia nos lo impidan. La industria alimentaria promueve el hiperindividualismo al comer, al ofrecerle a cada persona exactamente lo que quiere en el mismo momento en que lo quiere, porque eso hace que sus ventas aumenten. Pero también nos lleva a comer de más. Cuando aceptamos lo que nos sirven, en lugar de lo que querríamos pedir o lo que nos pide el cuerpo, normalmente comemos con más moderación.

7. Disfruta de bebidas cuya cafeína provenga de la naturaleza, no de la ciencia.

Más información sobre Pollan, en su web (michaelpollan.com), en Twitter (@michaelpollan), en Facebook (Michael Pollan), o en esta entrevista en elmundo.es.

Matemáticas con mucho arte

Íñigo Quílez es un programador vasco que trabaja en Píxar, el estudio de animación fundado por Steve Jobs que está detrás de obras tan conocidas como Toy Story, Wall-EUp. O como Brave, una de sus últimas producciones, en la que Quílez participó en la labor de recrear al detalle los espléndidos bosques escoceses. Para ello, como nos explica aquí, utilizaron las matemáticas como herramienta artística, «como un pincel» (el vídeo tiene subtítulos en inglés y español):

(Fuente: «They Did It With Maths«, amsqr.com)

Pero la relación de las matemáticas con el arte (de la animación) no termina ahí, ni muchísimo menos: el límite lo imponen la imaginación y la pericia del artista. Y hay quien tiene tanto arte que no se lo puede aguantar y llega a recrear a un rinoceronte en paños menores bailando flamenco (¡y olé!) para explicar cómo infinitesimales inestabilidades gravitatorias (o algo así…) pueden dar lugar a la formación de planetas (para los impacientes, aunque el vídeo no tiene desperdicio, el rino hace su aparición estelar en el minuto 1:03):

flamenco vm from Тамара Маркелова on Vimeo.

(A través de Adam Frank.)

Jaron Lanier: Contra el rebaño digital

En esta entrevista con Aleks Krotoski, experta en las repercusiones sociales de internet y periodista del diario británico The Guardian, Jaron Lanier, el visionario de internet que acuñó la expresión «realidad virtual», expone su visión agudamente crítica del fenómeno de las redes sociales, con Facebook a la cabeza, y del movimiento de la cultura abierta (open culture), que desarrolla en mucho más detalle en Contra el rebaño digital (Editorial Debate), un libro tan polémico y sugerente como el propio Lanier:

Pregunta: ¿Se le ocurre algo bueno que haya surgido del movimiento de la cultura abierta?

Jaron Lanier: [Silencio] No. Creo que ha sido un desastre. Todo lo que se me ocurre es o bien una recreación nostálgica o algo que ya existía antes, y bajo una forma mucho mejor […]

Pregunta: ¿Y en la web en general? Como optimista digital, ¿qué diría…?

Jaron Lanier: Creo que la web en general ha sido un éxito extraordinario. Es algo que me entusiasma. La web nos dio la primera evidencia empírica de que hay muchísima gente realmente creativa, que tiene cosas que ofrecer y que lo hace, que se pone las pilas de verdad. La parte que no me gusta es la mentalidad gregaria. Creo que eso es una enorme equivocación. Pero la web, e internet en general, es un éxito fantástico.

Más sobre Jaron Lanier:

Jaron Lanier: Quién controla el futuro | Por amor a la ciencia

Jaron Lanier y el futuro de la red | NTN24

Libros de Jaron Lanier:

¿Quién controla el futuro? | Biblioteca de Por amor a la ciencia
Contra el rebaño digital: un manifiesto | Biblioteca de Por amor a la ciencia